a selección mexicana probó, el viernes pasado, la pasión con la que el pueblo argentino vive el fútbol. Una pasión que sólo es comparable con la que tienen por El Chavo del 8, uno de los programas icónicos de la televisión mexicana.
«Sin querer queriendo», el Chavo del 8 se convirtió en un fenómeno para Latinoamérica, en especial en Argentina donde sus seguidores se sentaban frente al televisor para ver qué situación afrontaban El Chavo, Kiko y La Chilindrina; para seguir ‘el romance’ entre el Profesor Girafales y Doña Florinda y para ver cómo se escaparía Don Ramón de pagarle la renta al Señor Barriga.
A pesar de que para muchos los chistes y las bromas del programa son sencillos y hasta tontos, justamente en eso radicó su éxito. Su estilo contiene inteligencia, creatividad y hasta reflexión. El Chavo robó sonrisas con situaciones comunes y corrientes con las que se identificaron sus millones de seguidores.
Uno de ellos es el propio Diego Armando Maradona. El actual DT de Dorados de Sinaloa confesó, en su programa La Noche del 10, que ver el Chavo del 8 le ayudó a enfrentar una de sus peores crisis.
Asimismo, en una visita a Argentina en 1978, el elenco de El Chavo del 8 fue recibido como verdaderas estrellas de rock, al congestionar el tráfico de las avenidas más importantes y agotar las entradas del Luna Park en siete funciones consecutivas.
A pesar de que la historia tuvo una duración de 21 años, El Chavo del 8 mantiene su éxito con retransmisiones y hasta una serie animada. Simplemente es un fenómeno que dejó su huella en Argentina «sin querer, queriendo».